Aunque parezca mentira hoy en día, hace años en la televisión había espacios en los que se hablaba solo de música y, claro, también se veía y escuchaba música. Se llamaban programas musicales. Los chavales de 20 años aproximadamente no han tenido el honor de conocerlos. Uno de los máximos exponentes de este tipo de programas era Rockopop.
En el programa alternaban actuaciones musicales en el plató, vídeoclips, reportajes de conciertos y la lista de éxitos más vendidos. No faltó ningún solista ni grupo tanto nacional como internacional por visitar el plató de Rockopop. Eran tiempos en los que la música sí era rentable en televisión. En realidad, hoy día se sigue consumiendo muchísima música, somos legión los que no concibiríamos la vida sin música, se sigue consumiendo en distintos soportes, ya que Internet ofrece un ámplio abanico LEGAL para adquirir música. Son millones de personas, por ejemplo, las que están enganchadas a Spotify y comparten música dentro de la legalidad, como también hay muchísima gente que llenan los estadios en los grandes conciertos y los que llenan las salas en las capitales donde se escucha música en directo. También debe haber muchos que consuman música en los top manta, ya que aún proliferan, favoreciendo a la economía sumergida y a la explotación de los inmigrantes. Lo que tienen en común unos y otros es que les gusta la música, y los que les diferencia es su gusto por la delincuencia y su respeto a la creación intelectual y artística, pero eso es otro debate. A lo que voy es que aunque la gente pide música, a los directivos de televisión les parece caro y ven falta de rentabilidad. Por eso estamos huérfanos de música en televisión habiendo solo un oasis en La 2 para minorías. Falta un escaparate para la música comercial como era Rockopop que, después del mítico Aplauso, es y ha sido el mejor programa musical de la historia.
Dirigido y presentado por Beatriz Pécker, una periodista vinculada de siempre a la música, y ayudada por Paloma Serrano, encargada de darnos los nombres de quienes ocupaban los 20 primeros puestos de la Lista de Discos más vendidos oficial, y por una joven e irreconocible Teresa Viejo, que era la que se recorría todos los conciertos que había por el mundo y nos traía la crónica con entrevistas a sus protagonistas.
Era un programa para verlo con amigos en una casa porque siempre iban los mejores y de plena actualidad. Después de Rockopop hubo más intentos de programas musicales pero no eran lo mismo. Rockopop era un programa serio, bien hecho y si no hubiera existido habría que inventarlo. Ójala los directivos de televisión algún día tengan la sensibilidad suficiente para ver más allá de sus carteras y den algo tan necesario como la música, sobre todo a los jóvenes, que necesitan otros modelos para imitar, no solo de gogós, stripper y grandes hermanos viven los jóvenes.
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