Yo quisiera lanzar una pregunta al aire para todo aquel que quiera contestarla y, así, generar un debate: ¿Qué persiguen las televisiones en primer lugar: la búsqueda de la verdad o ganar audiencia? Desgraciadamente, me temo que lo segundo.
Con la tragedia de los niños José y Ruth Bretón Ortiz, se pone una vez más de manifiesto la codicia de las televisiones y el empeño a cualquier precio por conseguir unas declaraciones en exclusiva, unas imágenes escabrosas, unas especulaciones macabras, una conjetura morbosa,...
Cada vez es más real aquella frase de "no dejes que la verdad estropee una buena noticia". Mientras no se cierre el caso con una reconstrucción de los hechos cuadrada al milímetro, se da cancha a las televisiones para esparcir su casquería con especulaciones, opiniones de "expertos" como el psiquiatra forense Dr Cabrera, que pasa más tiempo en los platós que en su despacho, como el periodista Nacho Abad, que por un cursillo de Criminología que ha hecho se cree Hércules Poirot, y tantos otros charlatanes que mientras se investiga la verdad estarán opinando y opinando sin tener ni idea de lo que están diciendo.
Por la audiencia ¿todo vale?
Cuando en la televisión estaba mal visto poner el ojo y el foco en el dolor ajeno para hacer un espectáculo televisivo y mantenía ciertos niveles de dignidad y de ética, Nieves Herrero fue defenestrada al ostracismo televisivo y no volvió a levantar cabeza. Hizo un show televisivo en la morgue donde reposaban los cuerpos de las 3 niñas de Alcasser. Fue bochornoso, patético y denigrante, pero obtuvo un share más que aceptable en una A3 que necesitaba un bombazo para sobresalir del pozo en el que estaba metida. Las críticas fueron atroces, pero allí estaba la señora Herrero empeñada en convencernos de que lo que hacía allí era informar, y nada más lejos de la realidad, lo que hacía era preguntar a sus familiares que como se sentían, como si no lo supiéramos ya. Eso no es información, es morbo gratuito.
20 años después las televisiones no escarmientan y siguen poniendo el foco en el dolor ajeno, en la tragedia personal, no en la noticia. Casos como el de Madeleine Mccann, Anabel Segura, Marta del Castillo,... han llenado horas de televisión saltándose a la torera el código deontológico que todo periodista que se precie debe observar.
Con los resultados de los dos informes, el encargado por Ruth Ortiz y el del Ministerio de Interior, en los que aseguran que los huesos encontrados en la finca de Las Quemadillas pertenecen a los niños, al contrario que el informe policial que dictaminó que pertenecían a pequeños roedores, las cadenas de televisión ya han puesto en marcha su maquinaria para dedicar todo el programa a algo que se está investigando. Solo se sabe que los huesos son humanos, no se sabe aún como se cometió el crimen ni tantas otras cosas de lo que hablarán toda la semana en los distintos magacines. Así, Susanna Griso y Ana Rosa Qintana han interrumpido sus vacaciones y se incorporan con carácter de urgencia a sus respectivos programas ya que tienen más callo que los suplentes en cubrir este tipo de tragedias.
Mientras se trabaja en extinguir los salvajes incendios forestales que están asolando nuestra naturaleza, algunos incluso provocados por desaprensivos, y ya no da mucho más de sí la bonita historia de la restauradora improvisada que con buena fé y ánimo de ayudar retocó el "Ecce Homo" del Santuario de Borja, las televisiones tienen delante una historia para llenar espacio en sus programas, aunque sea a costa de la única VERDAD: 2 criaturas inocentes que han sido asesinadas y el dolor y sufrimiento de una madre que ha estado un año luchando por encontrar a sus hijos y que no la van a dejar vivir el duelo en la intimidad.
Todo sea por la audiencia y por la cuenta de resultados de las cadenas.
Ójala me equivoque y el tratamiento informativo que se dé a esta noticia sea con el rigor y el respeto que los 2 niños y la familia Ortiz se merecen.
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lunes, 27 de agosto de 2012
jueves, 2 de agosto de 2012
FRAGILES
Hoy arranca una nueva serie para amenizar las noches de los jueves en Telecinco: FRÁGILES
Cuando los responsables de programación de una cadena decide rescatar de un cajón polvoriento un producto para estrenarlo en plena canícula, demuestra la poca confianza que tienen en su éxito. Pensarán que un triste dígito de share es mejor que lo luzca en la época de menos consumo televisivo.
Y aún no ha acabado el primer episodio y pienso que no se han equivocado. No puede ser más mala, no hay por donde cogerla.
Santi Millán, cada vez más encasillado en el mismo papel de ligón tierno y gamberro, tio enrolladete y campechano, se mete en la piel de fisioterapeuta milagroso, aunque más bien parece mitad psicólogo, mitad Dios. Por su consulta pasan personas de todo tipo para ser salvadas por el mago, cada una con su historia personal. Todas las historias típicas y tópicas que ya las hemos visto en infinidad de ocasiones.
Una paralítica por un accidente que en el primer masaje que le da Millán ya empieza a mover un pie. La enferma, interpretada por Elia Galera, antes del accidente le puso los cuernos a su marido, por lo que éste no quiere que se cure para retenerla, y está claro que conseguirá andar como Lázaro y se enrollará con el fisioterapeuta.
Una empleada de una biblioteca que tiene pánico al contacto físico, no se deja tocar por nadie, interpretada por la otrora Bea de "Yo soy Bea", Ruth Núñez, que acabará enamorada de el estudiante que la pidió un libro en su trabajo, una vez curada por el genio del fisioterapeuta.
Un chico que tiene una enfermedad en una mano, que nunca se ha dado con su mal, pero el enrollado de Santi en 3 minutos lo ha descubierto y cuando lo cure, sus tiranos padres se darán cuenta que su hijo tenía razón. En fín, una sandez de serie que no se si va a aguantar todo el verano en la parrilla.
Esta serie pone de manifiesto que los buenos guionistas de este país son buenísimos, pero son muy pocos. La mayoría están escasos de imaginación y de creatividad, hacen que muchas series se parezcan entre sí y parezca que ya las hemos visto antes. Las mismas historias, los mismos personajes vacíos y previsibles, se sabe lo que van a decir antes de que abran la boca, el mismo pasteleo sentimentaloide de las tramas. Qué poco arriesgan y qué basura les sale luego. Parece mentira que tras la entrada dedicada a la serie de los años 80' "Segunda enseñanza", que todavía muchos recordamos, estrenen hoy ésta, que en septiembre solo la recordará Santi Millán y alguno más. Telecinco cuando acierta con un producto lo puede estirar hasta la saciedad, pero la mayoría son de usar y tirar, como por ejemplo, "Frágiles".
Este blog se va a tomar unas merecidas vacaciones televisivas pero promete volver a finales de agosto con energías renovadas para analizar la televisión actual y recordar la televisión del pasado. Feliz verano a todos los lectores, que cada día son más. Hasta la vuelta.
Cuando los responsables de programación de una cadena decide rescatar de un cajón polvoriento un producto para estrenarlo en plena canícula, demuestra la poca confianza que tienen en su éxito. Pensarán que un triste dígito de share es mejor que lo luzca en la época de menos consumo televisivo.
Y aún no ha acabado el primer episodio y pienso que no se han equivocado. No puede ser más mala, no hay por donde cogerla.
Santi Millán, cada vez más encasillado en el mismo papel de ligón tierno y gamberro, tio enrolladete y campechano, se mete en la piel de fisioterapeuta milagroso, aunque más bien parece mitad psicólogo, mitad Dios. Por su consulta pasan personas de todo tipo para ser salvadas por el mago, cada una con su historia personal. Todas las historias típicas y tópicas que ya las hemos visto en infinidad de ocasiones.
Una paralítica por un accidente que en el primer masaje que le da Millán ya empieza a mover un pie. La enferma, interpretada por Elia Galera, antes del accidente le puso los cuernos a su marido, por lo que éste no quiere que se cure para retenerla, y está claro que conseguirá andar como Lázaro y se enrollará con el fisioterapeuta.
Una empleada de una biblioteca que tiene pánico al contacto físico, no se deja tocar por nadie, interpretada por la otrora Bea de "Yo soy Bea", Ruth Núñez, que acabará enamorada de el estudiante que la pidió un libro en su trabajo, una vez curada por el genio del fisioterapeuta.
Un chico que tiene una enfermedad en una mano, que nunca se ha dado con su mal, pero el enrollado de Santi en 3 minutos lo ha descubierto y cuando lo cure, sus tiranos padres se darán cuenta que su hijo tenía razón. En fín, una sandez de serie que no se si va a aguantar todo el verano en la parrilla.
Esta serie pone de manifiesto que los buenos guionistas de este país son buenísimos, pero son muy pocos. La mayoría están escasos de imaginación y de creatividad, hacen que muchas series se parezcan entre sí y parezca que ya las hemos visto antes. Las mismas historias, los mismos personajes vacíos y previsibles, se sabe lo que van a decir antes de que abran la boca, el mismo pasteleo sentimentaloide de las tramas. Qué poco arriesgan y qué basura les sale luego. Parece mentira que tras la entrada dedicada a la serie de los años 80' "Segunda enseñanza", que todavía muchos recordamos, estrenen hoy ésta, que en septiembre solo la recordará Santi Millán y alguno más. Telecinco cuando acierta con un producto lo puede estirar hasta la saciedad, pero la mayoría son de usar y tirar, como por ejemplo, "Frágiles".
Este blog se va a tomar unas merecidas vacaciones televisivas pero promete volver a finales de agosto con energías renovadas para analizar la televisión actual y recordar la televisión del pasado. Feliz verano a todos los lectores, que cada día son más. Hasta la vuelta.
miércoles, 1 de agosto de 2012
TELENOSTALGIA: SEGUNDA ENSEÑANZA
Después del arrollador éxito de "Anillos de oro", (ENLACE DE LA ENTRADA) ya comentado en este blog, Ana Diosdado y Pedro Masó se volvieron a unir para hablar del mundo de la enseñanza con la serie "SEGUNDA ENSEÑANZA".
La serie, escrita por la gran Ana Diosdado, también fue protagonizada por ella y encarnaba a Pilar Beltrán, una profesora de historia, madre soltera, que decidió abandonar Madrid junto a su madre e hija para vivir en una provincia más pequeña, que creo recordar que fue Oviedo.
La acidez innata de la Diosdado estaba presente en este guión, que aunque no tuvo tanto éxito como "Anillos de Oro" en España, en EEUU fue considerada como una de las 10 mejores series del año.
En sus 13 capítulos autoconclusivos se trataron diversas problemáticas relacionadas con el mundo de la educación y de la enseñanza. Se trató por primera vez el acoso infantil, hoy llamado bullying, el lesbianismo en la adolescencia, el suicidio, tramas duras, otras más amables pero todas tratadas con el sumo gusto y delicadeza que derrocha la pluma de Ana Diosdado.
En ella, también salía a relucir la difícil relación que mantenía la profesora con su díscola hija, aspirante a modelo, que interpretaba Cristina Marsillach, y con su impertinente madre que bordaba la gran Mª Luisa Ponte.
Quizá no llegó a la cumbre que tocó "Anillos de oro" porque tenía un punto sórdido ya que la profesora Diosdado-Beltrán tenía ciertos problemas con la bebida, aunque también conoció al director del centro, Jandro, interpretado por el gran Juan Diego, que aunque tuvo al principio una relación difícil con él, más tarde fue quien le enseñó el sentido de la vida.
En personajes episódicos vimos a casi debutantes que luego se convirtieron en grandes estrellas del cine y del teatro: Jorge Sanz, Maribel Verdú, Aitana Sánchez Gijón, Javier Bardem y un largo etcétera, además de veteranos de la talla de Encarna Paso y Héctor Alterio.
Una gran serie, que aún hoy conservaría vigencia por tratar temas tan universales bajo el prisma de la dramatuga y actriz Ana Diosdado.
La serie, escrita por la gran Ana Diosdado, también fue protagonizada por ella y encarnaba a Pilar Beltrán, una profesora de historia, madre soltera, que decidió abandonar Madrid junto a su madre e hija para vivir en una provincia más pequeña, que creo recordar que fue Oviedo.
La acidez innata de la Diosdado estaba presente en este guión, que aunque no tuvo tanto éxito como "Anillos de Oro" en España, en EEUU fue considerada como una de las 10 mejores series del año.
En sus 13 capítulos autoconclusivos se trataron diversas problemáticas relacionadas con el mundo de la educación y de la enseñanza. Se trató por primera vez el acoso infantil, hoy llamado bullying, el lesbianismo en la adolescencia, el suicidio, tramas duras, otras más amables pero todas tratadas con el sumo gusto y delicadeza que derrocha la pluma de Ana Diosdado.
En ella, también salía a relucir la difícil relación que mantenía la profesora con su díscola hija, aspirante a modelo, que interpretaba Cristina Marsillach, y con su impertinente madre que bordaba la gran Mª Luisa Ponte.
Quizá no llegó a la cumbre que tocó "Anillos de oro" porque tenía un punto sórdido ya que la profesora Diosdado-Beltrán tenía ciertos problemas con la bebida, aunque también conoció al director del centro, Jandro, interpretado por el gran Juan Diego, que aunque tuvo al principio una relación difícil con él, más tarde fue quien le enseñó el sentido de la vida.
En personajes episódicos vimos a casi debutantes que luego se convirtieron en grandes estrellas del cine y del teatro: Jorge Sanz, Maribel Verdú, Aitana Sánchez Gijón, Javier Bardem y un largo etcétera, además de veteranos de la talla de Encarna Paso y Héctor Alterio.
Una gran serie, que aún hoy conservaría vigencia por tratar temas tan universales bajo el prisma de la dramatuga y actriz Ana Diosdado.
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